viernes, 28 de noviembre de 2014

Comentario final

Después de cada uno de los encuentros me sentía con muchas ganas de empezar proyectos. En el viaje de vuelta a casa repasaba cada uno de los nuevos conocimientos que había visto ese día, y se me venían a la cabeza ideas para otros proyectos que alguna vez me gustaría llevar a cabo, y también ideas y detalles que tenía que arreglar del proyecto que iba a presentar en el seminario. Si iba a una librería comenzaba a analizar distintos libros y pensaba acerca de las decisiones que se habían hecho sobre ellos y recordando ejemplos o conceptos que habíamos visto en clase. 

Las profesoras, Patricia Piccolini y Marcela Castro, siempre nos hablaron desde su experiencia, nos dieron ejemplos reales de la cocina editorial y eso me permitió acercarme un poco más a la industria. También los invitados que pudimos entrevistar me dejaron esa sensación de querer crecer y avanzar, de empezar a meterme mucho más en la industria editorial. 

De la bibliografía, los textos que más me gustaron fueron los capítulos del libro de Gill Davies, Gestión de proyectos editoriales, y el artículo de Beatriz De Moura. Además, el blog que había que desarrollar me permitió dejar asentado cada uno de los temas tratados en clase, y seguramente lo siga actualizando con material externo a la cursada. 

El proyecto que presenté surgió en una de mis visitas a una librería, creo que a las dos semanas de haber empezado el seminario. Empecé a revisar distintos libros dentro del género infantil. Hablé con un vendedor, que había conocido hacía un año para una materia y no pensé que iba a encontrarlo otra vez, y le pedí que me mostrara los libros que según él eran los más raros o extravagantes que había. Me mostró de todo, libros insuperables, impensables, parecían obras de arte. Y hubo uno que me llamó muchísimo la atención: El misterio del tesoro de Austerlitz. Y ahí fue cuando comenzó todo.

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